jueves, 2 de agosto de 2012

Tengo miedo a que pase esta noche y no me beses.

Tú. Sí, tú. Aquel que llegó por casualidad, y ha venido para quedarse. Aquel que me ha roto los esquemas, que ha puesto todo patas arriba. Que ha hecho una fiesta con lo poco que quedaba, y me ha reconstruido. Entera. Aquel, que en un principio parecía simple, se ha vuelto en lo más complicado y difícil a lo que jamás me había enfrentado. Y que me encanta. Que me encanta que me mire así, que solo él sabe como hacerlo, y que te sonría de esa manera, las más tierna que había visto en mi vida. Porque solo el sabe como cambiarte el estado de ánimo en un segundo. Como hacerte maravillas con sus manos. Como abrazarte, y saber que todo va a salir bien. Porque la complicidad, seguridad, confianza, y sinceridad que te aporta una sola persona, en ese momento, sabes, que es él. Cuando pensabas que no podía haber nada más, llega él, y se encarga de demostrarte lo contrario. Impredecible. Sorprendente. Él, la personita más maravillosa del mundo. Que te hace sentir en ciertos momentos como el ser más pequeño del planeta, inmóvil, niña. Y cuando te besa. Cuando te besa, te preguntas qué coño habías estado haciendo, en quién coño te habías estado fijando, teniéndole a él delante de tus narices. Y como habías sido tan tonta de no darte cuenta. Y es ahí, cuando sabes que ese tren solo pasa una vez, y que no debes dejarlo marchar.



Y no, no es que me guste estar sola, es que ya no se estar con nadie.
Que no seas tú.