jueves, 28 de abril de 2011

No soy perfecta, pero tampoco pretendo serlo .

Tal vez no sea el mejor ejemplo del mundo para esto que voy a decir. Pero no merece la pena sufrir tanto , la verdad. Para ser sinceros no merece la pena ni tan solo un poco. Antes o después te acabas olvidando de los detalles de los que siempre te acordabas, antes o después acabas pasando de esas cosas y miras hacia delante, tentando a la suerte. Guiñando ojos al pasado. Y es así como tienes que ver el mundo, como una moneda. Una moneda que está posada sobre la mesa, ni por la cara ni por la cruz, ni por arriba ni por abajo. Que se mantiene en equilibrio, ella sola, y que hay veces que esa moneda se caerá hacia la cruz, pero siempre habrá alguien que la ayudará a levantarse. Es cuando empezarás a mejorar como tú querías mejorar y te dará igual que el mundo se caiga mientras tú estes en él, sacándole la lengua.

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